Victoria y Virginia Peterson son bioingenieras graduadas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Una vez egresadas, sus trayectorias profesionales tomaron caminos diversos, pero hoy coinciden en ser reconocidas con varios premios, menciones y publicaciones a nivel local, nacional e internacional. Una fue premiada por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. La otra fue distinguida por la Federación Internacional de Ingeniería Médica y Biológica y recibió una Mención Especial de la Ciudad de Paraná. Sus historias, presentes y proyectos a futuro.
Victoria
Cada año la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales otorga el Premio Estímulo a jóvenes investigadores de menos de 40 años que residen en Argentina. Este año el galardón en “Ciencias de la Ingeniería y Tecnología” fue para Victoria Peterson, investigadora del CONICET en el Instituto de Matemática Aplicada del Litoral. Lo recibió por su “contribución al desarrollo a nivel nacional de la neuroingeniería computacional aplicada como herramienta para la rehabilitación de pacientes”.
Victoria consideró que una suma de proyectos y trabajos hicieron posible este reconocimiento. “Me ayuda mucho a entender que vale la pena seguir y que es por acá”, reconoce. Hace más de 10 años se dedica a la investigación en interfaces cerebro-computadora.
Después de graduarse, su trayectoria continuó con su Doctorado en Ingeniería (Mención en Señales, Sistemas e Inteligencia Computacional) en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) con beca del CONICET. Había iniciado en la FIUNER su trabajo con interfaces cerebro-computadora y algoritmos de aprendizaje maquinal e inteligencia artificial para decodificar la actividad cerebral. Su tesis doctoral se centró en soluciones algorítmicas. Más adelante, su proyecto posdoctoral indagó en la detección de intención de movimiento e imaginería motora. “Diseñamos algoritmos adaptativos, desarrollamos herramientas de bajo costo para adquirir los datos e hicimos experiencia en la toma de registros”, reseñó.
Victoria hizo una estancia en el Laboratorio de Ingeniería de Rehabilitación de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zürich. Allí se adentró en la rehabilitación y detección de intención de movimiento con imaginería motora.
De regreso en la Argentina, también con una nueva beca de CONICET, hizo el post doctorado en el Laboratorio de Matemática Aplicada de la UNL.
Luego viajó nuevamente. Estuvo un tiempo en el Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos. Se integró al departamento de Neurocirugía como becaria afiliada a la Universidad de Harvard. ¿Qué hacía allí? “Trabajé con señales invasivas intracraneales aplicadas a la decodificación, asociadas a mejorar dispositivos de estimulación cerebral profunda implantados en pacientes con Parkinson”, recuerda.
Al vovler a nuestro país, en 2022 inició su carrera de investigadora científica del CONICET. Dirige el Laboratorio de Neuroingeniería Computacional Aplicada (NiCALab).
Victoria resume sus intereses profesionales para los próximos años en “acercar estas tecnologías a quien las necesite”. En el NiCALab encabeza el trabajo de desarrollo de una interfaz cerebro-computadora coadaptativa con aplicaciones a terapias de rehabilitación de miembro superior. Define como su “gran sueño” que sus interfaces puedan ser evaluadas y utilizadas por pacientes que hayan sufrido accidente cerebrovascular (ACV).
Al preguntarle qué significa la FIUNER en su carrera, valora que “no importa en cuántas facultades haya estado, mi facultad es la FIUNER. Me hizo encontrar que amo la investigación y que puedo trabajar de manera interdisciplinaria como bioingeniera”.
“Tenía 20 años cuando tuve la suerte de que me seleccionen como becaria en un proyecto que luego fue mi tesis y hoy es mi área de investigación. Siempre será mi punto de partida. Todo empezó ahí”, cierra.
Virginia
La División Ingeniería Clínica de la Federación Internacional de Ingeniería Médica y Biológica publicó este año su proyecto Mujeres en Ingeniería Clínica (WICE, por sus siglas en inglés), una antología inspiradora recopilada por todo el mundo cuyo objetivo es reconocer los logros de las mujeres en este ámbito y alentar a las niñas y jóvenes. La bioingeniera y especialista en Ingeniería Clínica graduada de la FIUNER, Virginia Peterson, fue una de las elegidas.
Además, más recientemente, el Consejo Asesor de Marca Paraná otorgó menciones especiales a paranaenses que se destacan por su aporte a la ciudad, tras una votación abierta entre más de 2.000 vecinos. Virginia recibió la distinción “en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la innovación y las TICS”.
Egresó en 2014 como bioingeniera y más adelante, en 2021, obtuvo la Especialización en Ingeniería Clínica en la FIUNER. “La ‘facu’ me brindó estudios de calidad, apostando siempre a la universidad pública, que fue mi lugar por elección por años. Es donde me formé y también me brindó vínculos profesionales que aún mantengo”, resalta.
Virginia es desde hace nueve años la responsable del servicio de Ingeniería Clínica del Hospital de la Baxada de Paraná. En la publicación del proyecto WICE narra: «Actualmente, el área diseña, planifica y equipa los diferentes servicios del hospital, trabajando de forma multidisciplinaria con todo el personal sanitario médico y no médico para atender sus necesidades y garantizar que puedan trabajar de forma cómoda y segura”.
Por otro lado, señala las limitaciones que implica estar lejos de la capital del país. “Este arduo y continuo trabajo se magnifica al considerar las limitaciones y problemas asociados a la importación de equipos, la escasez presupuestaria y la falta de proveedores y asistencia geográficamente cercana”, cuenta ella en la publicación (puede leerse, en inglés, en este enlace).
Con respecto a la visión en la mujer en la ingeniería, Virginia considera: “Si bien se ha avanzado muchísimo, creo que aún falta. Yo nunca tuve, por suerte, que sufrir la diferencia de género en mi lugar de trabajo. De hecho, soy responsable del servicio de Ingeniería Clínica con tres varones a mi cargo”, ilustra.
En tanto, al hablar de la Mención Especial que recibió en Paraná, admite: “Ha sido una grata sorpresa, un reconocimiento a más de 10 años de un trabajo silencioso”. Y reflexiona sobre su labor: “Cuando todo funciona, el servicio de Ingeniería Clínica pasa desapercibido, pero cuando hay urgencias es un servicio vital, trabajando multidisciplinariamente con los servicios para lograr apertura y brindar salud de calidad para los pacientes”. En particular, destaca el desafío que significó trabajar en el contexto de la pandemia de Covid-19.
Al consultarla sobre sus proyectos en adelante, Virginia prevé continuar en el hospital y “desde mi lugar seguir dando salud de calidad”. También planea fortalecer su vínculo con la Facultad de Ingeniería como parte de un proyecto de laboratorio de ingeniería clínica. Y además espera seguir creciendo en la empresa que integra, IGSA – Ingeniería en Salud, radicada en la ciudad de Victoria y que trabaja en las zonas de Paraná y Santa Fe.